lunes, 7 de julio de 2008

El síndrome Betancourt

Willy fue perseguido por ser judío y encerrado por los nazis en un campo de concentración; después de la guerra yo lo conocí como un hombre tranquilo, calmo, simpático y optimista. Un día conocí a su amigo, uno de los raros sobrevivientes de Auschwitz. En el antebrazo llevaba el número con el que lo habían marcado. Este hombre me sorprendió por su simpatía, su buen humor y sus ganas de vivir. Nada en su actitud recordaba el infierno que había vivido.Hace muchos años en Paris, esperábamos con nerviosismo la llegada de una mujer que había estado durante muchos años de su vida encerrada en una cárcel, torturada salvajemente durante una de las dictaduras militares de Latinoamérica. Su hermano, mi marido y yo pensábamos encontrarnos con una mujer destruida y sin ánimo. Nos sorprendió ver a una mujer alegre, simpática, y en plena forma, no mostraba ninguna huella de lo que había sufrido...Hay otros casos más conocidos a nivel mundial: Nelson Mandela, quien después de 35 años de cárcel, siguió luchando por los oprimidos, y hace unos días lo vimos en Ingrid Betancourt, quien ha sorprendido a todo el mundo con su energía, su "adrenalina positiva " como ha dicho: "sin rencor ni deseo de venganza, libre de odio y llena de esperanza", con alegría, ternura y gratitud. Las imágenes de los medios nos muestran una mujer sonriente, un poco delgada pero dando muestras de una gran estabilidad psicológica.Se ha hablado mucho del "síndrome de Estocolmo", yo quiero hablar del “síndrome Betancourt”, porque el coraje no es la ausencia de miedo, sino la conciencia de que hay algo más importante que uno mismo.Está claro que los sobrevivientes de situaciones extremas, tienen una fuerza que les ha ayudado a sobrevivir, yo quiero llamar a este fenómeno, el « Síndrome Betancourt.Víctor Frankl autor del ya clásico "El hombre en busca del sentido", también sobreviviente de un campo de concentración durante la segunda guerra mundial, nos enseña que somos producto de nuestras decisiones y no de nuestra situación.Abraham Maslow al final de su vida llegó a la conclusión de que la autorrealización no era la necesidad más elevada y concluyó que la trascendencia personal era la última necesidad del alma humana. Para unos puede ser el deseo de sobrevivir para denunciar, para testimoniar. Para otros, el ideal de luchar por una ideología humanista, para Ingrid su religión, la fe en Dios y las ganas de volver a ver a sus hijos, su madre, su marido, en fin, sus seres más queridos.Podemos deducir que si poseemos en nosotros esa fuerza o “llamada”, podemos vencer cualquier dificultad por muy grande que sea. Y como dice Víctor Frankl: “En toda situación, independientemente de lo desesperada y salvaje que sea, siempre tenemos la libertad de escoger nuestra actitud, y el compromiso con los valores que nos trascienden, nos dan la fuerza y el coraje que nos permite luchar...”Pienso que podemos encontrar esta fuerza en todos los seres humanos, pero ¿cuál es la perspectiva, qué ayuda necesitamos para vivir con el "síndrome Betancourt" y cambiar nuestra vida de forma positiva y duradera?

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